Cuando vi los dulces del expositor junto a las piruletas, lo primero que pensé al verlas con esa forma de euro fue:
Dudo que en todos los países, los niños disfruten de sus monedas de la misma manera.
Unos lamerían con sabor a pizza, otros, los belgas, con sabor a chocolate se endulzarían.
A paté, a chucrut y hasta a guiso de bacalao, portugueses disfrutarían.
Con los holandeses en cambio, me quedaba la duda de si a galleta maría, o a maría, que vaya galleta que cogerían.
Al llegar a los griegos, pensé que a estos pobres, de tan pulida a lengüetazos, si de plástico no se la pondrían.
En la otra esquina en cambio, una intacta, con su papel aún lucía.
Era la moneda del Vaticano, seguramente la más sabrosa sería.
Nunca chupada, nunca lamida…retirada intacta por la fecha de caducidad.
Injusto que es este mundo, bien pensado…cuántas bocas tristes alimentaría.
wow muy cierto
ResponderEliminarbuena forma de pensar
Fructíferos saludos
Brenda Ladurie
Pues creo que sí Brenda. Creo que estamos en época de vacas flacas. Las hambrunas siguen y tendemos a mirar a otro lado.
ResponderEliminarGracias por tu visita, poeta.
!Y que poco podemos hacer ante tanta injusticia ¡
ResponderEliminarUn saludo
Seguir llorando Isabel y mamando o callando y aguantando, Isabel.
ResponderEliminarSaludos y gracias por tu visita.
Tanto que profesan y tan poco que hacen por desprenderse de sus riquezas...
ResponderEliminarCuanta hipocresia...
Muy bien relatado Enmascarado... un dulce con sabor pelin amargo..
Besitos mediterráneos.
Es verdad Gala, tanto que profesan que estan en sacramento de matrimonio con el patrimonio.
ResponderEliminarQué poca generosidad de los seguidores del que predicaba con la pobreza.
Besitos y gracias por tu visita.