Ya de niña, Susana, notó que había diferentes maneras de besar.
Le gustaban mucho los cuentos y era por eso, que si pescaba una rana, lo intentaba de mil maneras hasta que aburrida, la dejaba escapar.
Ella era de las que pensaban que con paciencia y tesón,
en algún momento, descubriría la forma de hacerlo que le daría la razón.
Ya universitaria y con falta de dinero, descubrió un día que con sus besos y demás,
no solo lograba convertir en príncipes a los sapos, sino en sapos volverlos a dejar.
Ella que siempre fue chica lista y buena negociante,
con mucha discreción, puso de moda lo que al final llamó “la rana relajante”.
No es nada malo, ya que acompaña y eso… relaja bastante.
Desde entonces se forra y cotiza en bolsa como
“Madame Lacroac,
se la presto.
Ya me la devolverá".
No está mal el negocio...
ResponderEliminarSi a ella le gustaba, hacia además de forrarse una obra social.
divertida entrada. Besitos mediterráneos.
Y tanto Gala, con la falta de cariño y el poco tiempo que hay.
ResponderEliminarYo ya llevo dos días besando ranas a ver si aprendo.
Cálidos besitos canarios.
jajaja te importa que me lleve a madame a la charca???
ResponderEliminarUn saludillos
Claro que no, tu charca me tiene encantado.
ResponderEliminarYo que estoy permanentemente de cara al turismo, me sorprendo yo mismo algunas veces croando en inglés. jajajaja
Enmascarado, chica lista tu Madame Lacroac.
ResponderEliminarUn saludo.
Claro Nicolás, pero lo suyo le costó.
ResponderEliminar...Y la perseverancia vale mucho.
Un abrazo.