Se me posó en el brazo mientras paseaba absorto disfrutando de las delicias de aquel jardín. Durante unos segundos, mantuve inmóvil la postura para no provocar el temor y la huida, lo propio era generar la hospitalidad necesaria para sacar partido a la situación.
A simple vista, reconocía unos ojos que buscaban complicidad, y en estos veía un “…como estás, gusano”- No todos los días se te acerca una bella mariposa para piropearte-.
Me bastó con tomar mis gafas de cerca para soltarle tremendo sopapo. El extraño pajarraco, babeaba con ojos de deseo.
MORALEJA: hay muchos tipos de gusano apetitosos.
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