Sangrantes heridas comenzaron a aflorar.
De cuerpos con pieles sanas,
profundas llagas emergían ávidas de brotar.
Con los dedos, para verlas las abrías,
cuando yo tapaba y cuidaba de cerrar.
De remedios sanos las cubría,
pero con resistencia, nuevos y viejos focos vuelven a avivar.
El camino de rosas, lleno de púas a veces florecía,
conociéndolas y amándolas, ayudan a esquivar.
Hay heridas que salen sin que se nos clave un puñal.
ResponderEliminarEl amor, como un camino de rosas no está exento de las puas que pueden herir.Aunque pretendamos cubrir todas las heridas que nos provoca, no podemos evitar sufrir, aunque en ocasiones nos muestre tambien las bellas rosas,su aroma y su color.
Muy bonita la metáfora...
Besitos, desde las montañas de Girona.
Las malditas púas...
ResponderEliminarQue las rosas nos ayuden.
Si es lo que digo yo Gala, pero tal vez para disfrutar de las rosas debas haberte pinchado.
ResponderEliminarBesitos desde mi rosal.
Tal vez consista en estudiar la carrera de por dónde las has de tomar.
ResponderEliminarSaludos Toro
Todas las rosas tienen espinas, para poder disfrutar y reconocer el amor hay que haber sufrido...
ResponderEliminarBesos desde el aire
Lo pero es cuando te pinchas sin ni siquiera haber podido tocar el rosal.
ResponderEliminarEsas heridas son las que más tardan en cicatrizar.
Buena deducción Rosa, en el amor y en la vida, el gozo suele ir en diferido. Es cuan eres consciente de tu estado cuando reaccionas.
ResponderEliminarBesitos.
¿Sufrir por lo no tenido Byron?
ResponderEliminarBueno, aunque de alguna manera siempre algo se tiene, siempre se puede dar uno la vuelta.
El verdadero dolor va unido al roce y al cariño.
Un abrazo.
Si te contara Enmascarado… Yo enamorada y fascinada por el rosal, me he montado en unos zancos y sorteando las muchas y variadas espinas casi consigo alcanzarlo…no fuera el resbalón que me metió una condenada rama. Pero al perder el equilibrio, me fui de cabeza hacia todas las espinas que me esperaban para abrazarme “tiernamente”. Aun me dura el abrazo y sus marcas en mi piel.
ResponderEliminarMe han dejado sin ganas de andar mirando rosales (de por vida) por hermosos y fascinantes que sean.
Un abrazo (sin espinas) :)
Jajajja, buena historia ana...
ResponderEliminarNunca se debe decir "...de este agua no beberé".
Cuando menos lo esperas, aparece una rosa y te fascina.
Cómprate unos guantes de jardinero, pero no reniegues nunca a una alegría.
Besitos.
Heridas llenan nuestras almas de rojos rosales, con la soledad compartida, abandonados a nuestras sombras de puas intempestivas.
ResponderEliminarAdivin, mientras nuestras almas se llenen de rojos rosales, siempre habrá esperanza y vida. Las heridas pueden ser más crueles con la soledad, aunque sea compartida.
ResponderEliminarSe dice que "sarna con gusto no pica" ¿verdad?
Un abrazo.
Pienso que no hay rosas sin espinas.
ResponderEliminarPodría ser un sucedáneo creado a nuestro antojo,una ilusión, pero la realidad es así,a veces bella y otras veces hiriente.
Precioso texto,Enmascarado.
Un abrazote.
xulita
La naturaleza es tan sabia que nos hizo a todos diferentes, y para protegernos nos puso espinas que nos protegieran de todo aquel que no quisiera aceptarnos como somos.
ResponderEliminarMe alegra que te haya gustado xulita, y gracias por participar, la recompensa de cualquiera que escribe es ser leido.
Un abrazote y medio.
...ya me conatrás qué ocurre con esa imagen, me gustará leerlo
ResponderEliminarUn abrazo!!!
Bueno, pues parece que habrá que esperar, concursa en Triple C, así que allí lo puedes leer.
ResponderEliminarUn abrazo Juanlu.