Si hay una Navidad especial fue justamente aquella, la primera que
marcaba el “después de”.
Mis padres, recién separados y yo aún pequeño y
tratando de encajar hechos y actos que tal vez por mi edad fueran inasumibles.
Mi padre no dejaba de recalcarme acerca de algo que yo no comprendía lo
que eran, “limitaciones económicas”. Lo cierto es que hoy sé que pese a que
siempre tuve de todo, ese año el “de todo” fue de inolvidable recuerdo y él se
encargaría de ello. De China llegó el árbol más bonito y luminoso que nunca
había visto, y tapaba a la perfección el hueco ocupado por tanta pared vacía.
Lo mejor de todo, era que tenía más tiempo para darme abrazos y estar conmigo, incluso aunque sé que a él
no le gustaba mucho podíamos dormir en la misma cama acurrucaditos. Además, aunque
mis escasos gustos culinarios le sacaban de quicio, siempre terminaba haciéndome
postres de chocolate. Como aquella vez que nos embadurnamos la nariz, jejeje.
Nuestra gran duda era con los reyes magos ¿cómo sabrían la dirección de
papá, si en cuatro meses fueron tres apartamentos? por tanto, supusimos que
todo, como tantas cosas, quedaría en mi casa de mamá.
Llegó el ansiado día y despacito me levanté sin despertarlo en busca de
una sorpresa que… ¡vaya sorpresa! Junto al platito vacío de las galletas para
los camellos y la copita de coñac vacía que papá dejó para los reyes, un paquetito pequeño de
colores que nadie había dejado ahí. Mis gritos de reclamo a papá hicieron que
casi llegara volando, ya que no tardó ni medio segundo en asomar la cabeza… con
su cara de estupefacción. Pese a que el papel salió fácil, mi sorpresa fue
encontrar un chisme que mi padre me tuvo que decir que era un MP4, que era algo
muy lol y que…tenía grabadas canciones y videos de Michael Jackson. ¿Cómo
sabrían ellos la música que me gustaba?
-Este año sí que se lo han currado los reyes –me decía- al menos hasta
las 5 habrán estado grabando todas esas cosas.
A mí terminó por parecerme mi mejor regalo y aunque aún no comprendía esa
cara de satisfacción de mi padre cuando me preguntaban por mis regalos de reyes,
yo todo contento no dejaba de repetir a nadie que entre mis regalos hubo uno
especial que inexplicablemente los reyes se lo había currado montón de rato
para buscar y grabar mi música favorita.
Este año, aunque vuelven las “limitaciones económicas”, ya comprendo lo que son pero estoy seguro que su
magia y mi madurez podrán con ellas.
Ay!!!
ResponderEliminarEsta entrada tuya, también me hizo pensar en una Navidad agridulce.
Recuerdo que mi padre decidió dejar su trabajo, y nos comentó que no tendríamos Navidad, ni regalos ni nada por estilo aquel año.
Que no podía más. Y que saldríamos adelante. Que confiásemos en él.
Mi madre, todas las noches a partir de aquella decisión se puso a tejer como una loca para que tuviésemos un regalo. Dos jerseys de lana. Uno marrón para mi hermano, y otro malva para mí.
Los llevamos con osadía aquel día.
Pero nos atrevimos a pedirles que no nos impusieran ir con ellos al cole...
Y creo que entendieron como nosotros entendimos.
Hoy a todos se nos llena la boca con los pobres niños que hoy día no tienen nada...
Creo que si han sido capaces de educarnos con deberes y derechos, cada Navidad, sin ser la misma, es capaz de seguir haciéndoños soñar.
Un besito, Enmascarado.
Y hasta aquí hemos llegado Eva, tan sanos y con más o menos costurones. Esos dos jerseys se hicieron además de con lana, con lo más valioso que se puede dar. A veces la abundacia nos aleja de lo que debe primar.
EliminarGracias por tu historia.
Un besito.
Creo que todos contamos con navidades agridulces en las que a pesar de las dificultades, hay detalles hermosos que atesoramos para siempre.
ResponderEliminarFeliz año nuevo y besos desde el aire
Claro Rosa, son los regalos que como tú dices nos dan la riqueza más grata.
EliminarMis mejores deseos de éxito y felididad para ti también. Un beso.
Gracias Enmas por contarnos esa Navidad, me ha gustado. Y gracias a Zarzamora por la suya.
ResponderEliminarBesos
Gracias a ti José Luís y que 2013 te saque lo mejor.
EliminarUn abrazo.
Tu texto de hoy -con el que dudo si he de asumirlo como ficción o realidad- me lleva a reafirmarme en lo poco que me han gustado siempre estas fechas, incluso de niño.
ResponderEliminarUn abrazo y feliz año nuevo.
Hombre estas fechas se viven con la ilusión y esperanza de un niño, pero por desgracia el tiempo nos descubre lo amargas que pueden llegar a ser.
Eliminar¿Ficción o realidad? Evidentemente es una realidad ficcionada, tal vez la que a uno le gustaría oir.
Un abrazo y los mejores deseos para 2013.
todos tenemos alguna fecha para el recuerdo... pero la de este post me hizo llorar... MALO RAFA, MALO!
ResponderEliminarFeliz año nuevo, amigo querido... (no quiero caer en cursilerías, últimamente ando muy sentimental y eso no me gusta) Y QUE BRINDES HASTA CAER DORMIDO!
:-D
Querida Diana, es el problema de cumplir años, terminamos acumulando tantos y tantos recuerdos que terminan por descompensar. Brindaré, brindaré, no sé si tanto pero hay que despedir con todos los honores al que se va.
EliminarFeliz años nuevo para ti también. *_*
Sin ninguna duda la Navidad es mágica para los niños.. Me ha encantado tu relato .. sea anécdota o imaginación..
ResponderEliminarEstoy segura que tú también lo harás genial...
Te deseo que el año que está por comenzar te depare lo mejor..
Un fuerte y cálido abrazo
Muchas gracias aris.
EliminarSin duda alguna la magia es siempre más facil de interpretar para un niño y que lo vivan es nuestra obligación. Realmente es una anécdota ficcionada y alterada hasta...al menos dónde uno la quiere oir.
Un abracito con especial cariño y mucho ánimo, tenemos la suerte de despedir un año y recibir otro con renovadas esperanzas.
Todos tenemos alguna Navidad agridulce
ResponderEliminarBuen 2012
Abrazo
Pero siempre debemos tratar de que no nos pueda.
EliminarGracias Lapislázuli, mejor 2013 para todos.
Un abrazo.
:)
ResponderEliminarSeguro que será así.
Que tengas un feliz 2013.
Saludos.
Gracias Toro, otro para ti
EliminarBien, pues sea o no ficticia, te deseo lo mejor para el 13. Que ese número nos traiga suerte, felicidad y todo lo mejor que se pueda desear.
ResponderEliminarAbrazos
Es el número perfecto para quitarse todos los males, después de todo lo catastrófico, en este seguro que sale el sol.
EliminarMis mejores deseos para ti.
Abrazos
Me ha gustado la historia realmente. Leer cosas así antes de finalizar el año emocionan.
ResponderEliminarFeliz 2013!
Me alegro David. Que tengas un estupendo año 2013
EliminarQue buena lectura,
ResponderEliminarMe consuela saber que somos muchos los que guardamos "azúcar ' para esos momentos amargos.
Saludos des-Enmascarados
Muchas gracias, me alegro de que te guste.
EliminarA ver qué remedio, el sentido común tiene que prevalecer siempre.
Saludos
Tierno y emotivo relato. No existe magia si no hay amor primero.
ResponderEliminarLástima que algunos niños sufrieramos justo en Reyes el desamor más profundo que pueda existir en ese despertar: yo, por ejemplo, huérfana de padre desde mis tres años y medio, empecé a mojar la cama casi a diario y mi madre eso no lo llevaba nada bien. Cuando tenía 5 años, fue muy duro despertar ilusionada por encontrar un cuento que había pedido al Rey Baltasar y encontrarme una caja de cerillas y una gran piña (de pino) con una nota que decía: "Para quemarte el culo por meona, llorarás un día entero de dolor". Y no sólo eso, sino que mi madre llamó a mi hermano (cuatro años mayor que yo) y los dos se sentaron frente a mi cama burlándose y cantándome ¡meona... meona...!
Jamás, jamás he podido superar aquel trauma, vive en mí y se reproduce cada Navidad, cada 6 de Enero... Luego, acuando cumplí unos añitos más, me juré que JAMÁS cometería ese brutalidad con ninguno de mis hijos, si los tenía, cuando fuera mayor. Literal, así de cruel, así de triste.
(se me saltan las lágrimas... joé...)
Os podéis imaginar cuando fui madre de tres hijos cómo he celebrado los Reyes y cúando AMOR y MAGIA les entregué y entrego aún...
Un abrazo fuerte, sentido y... mágico, mi querido amigo.
Geles
Hola Geles, gracias por tu sentido testimonio. Como padres, creo que todos quisieramos no equivocarnos nunca y poder crear el mejor ambiente. Pero por desgracia somos la consecuencia de nuestros actos, y por supuesto de los ajenos. Cuando no sabemos solucionar algo, creo que instintivamente tendemos desconsiderarlo y eso suele acarrear estas crueles consecuencias. Lo único bueno... -si es que lo tiene-podemos aprender también de los errores ajenos, para compensar con los que nosotros tendremos.
ResponderEliminarUn abracito.
Realidad ficcionada o ficción medio realidad, he de decirte que las has narrado muy bien, y que si eso es lo que te gustaría oir o lo que te gustaría que hubiera ocurrido pues...¡bienvenido sea!. Pero con lo que no puedo, o me ha llegado al corazón, es con el comentario de Geles ...jooo, me ha dejado hecha polvo y ya he leído que lo has contestado con un tacto y una delicadeza increíble.
ResponderEliminarAprovecho para felicitarte el año 2013, y ¿sabes? ...por mi parte estoy deseando de que se terminen estas fiestas. No sé si son agridulces o no lo son, pero de momento, hoy, a las 16:15 de un viernes 4 de diciembre: quiero que se acaben y que me dejen respirar aire puro.
Un beso Enamascarado, espero leerte a lo largo de todo el 2013.
Laura, mi niñez la sufrí, nunca la disfruté, pero 'mi historia' no es lo que ahora nos ocupa, aunque inevitablemente se manifiesta en algunos de mis relatos o poemas.
EliminarLo que no pude evitar es revivir una cruel realidad y relatarlo brevemente con mi anterior comentario.
Aquello no ocurrió sólo ese año, pero fue el primero y el que más dolió.
No, no había justificación alguna para aquello, era del todo prescindible, la humillación y desamparo que sentí me marcaron haciéndome sentir sucia, mala, diferente e 'inmerecedora' de cariño e igualdad. De nada me servía intentar explicar que yo no quería que ocurriera, que era involuntario. Evidentemente una criatura así no podía evitar su enuresis nocturna. Circunstancias emocionalmente críticas para un niño, suelen ser las causantes de este desencadenamiento, otras veces es hereditario.
Me rompieron el corazón, amiga.
Abracitos.